lunes, 14 de julio de 2014


El mundo
afuera de mis ojos
se ha vuelto niebla,
una nube difusa
de tres o cuatro realidades,
sutiles y certeras
como redes en la sombra.
Me recojo en la luz
que habita dentro,
y comprendo
el sonido a torrente
de mi sangre en las venas,
el latido minucioso y esforzado
del corazón que me alimenta,
el instante fugaz
en que el aire
se hace necesario.

Sitiada
por la breve ceguera
soy sentido vivo,
transparente.

MARIANA FINOCHIETTO.


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