martes, 26 de julio de 2016



COMO BUENA MUJER

Como buena mujer
ordené 
con minucioso fervor
las alacenas;
guardé la ropa 
bien planchada
en los cajones;
tendí la ropa
a secar al sol.

Di vueltas
por la casa.
Sacudí el polvo
de mis libros,
alimenté a los perros,
encendí unas velas
de dudoso aroma
a limón.

Cerré las ventanas
cuando
cayó la tarde.
Miré,
con pudor,
la impecable
geometría de las sábanas.

Pensé en morir.
En mirar televisión.
En embriagarme
de vino, de poesía o de virtud.
Salí a la noche.
Y por una vez,
me dejé ser
una mala mujer.


MARIANA FINOCHIETTO.






Alguna vez
voy a perderle el miedo
a las palabras.
A las palabras de verdad,
ésas que raspan
la garganta 
como los vinos malos.
Alguna vez, 
me haré mujer 
al borde de un poema.

Voy a escribir versos, 
hasta entonces.
Toneladas de versos, 
infinitos montones de versos
como estrellas en una noche oscura.

MARIANA FINOCHIETTO.



jueves, 5 de mayo de 2016

MICROVERSOS.
Talleres de exploración literaria.

Comienza mi taller virtual de poesía. Definamos mejor: un espacio de interacción donde la poesía sea nuestra casa
Si te interesa sumarte, escríbime por mail a mares.finochietto@gmail.com y te será enviada toda la información pertinente.



¿Cómo pudo
mi pequeño ser,
mi diminuto pedacito
de humanidad
pretender el cielo?

Ansié y caí,
entre las alas rotas
de todas las infames.

Todo el amor
del mundo
me duele en el cuerpo.

MARIANA FINOCHIETTO.

jueves, 31 de marzo de 2016

Y si me voy,
te lo dejo todo.

La loza limpia y seca,
la ropa
ordenada en los cajones,
los sueños
que escondimos
debajo de la alfombra.

Podés
quedarte con el perro,
con las sillas,
con los años
encerrados
en frascos
en las alacenas.

Me llevo
-¿para qué las querrías?-
las ganas de vivir
y una valija
llena de promesas.

MARIANA FINOCHIETTO.



viernes, 11 de marzo de 2016

Bienaventurados 
aquellos
que se atreven 
a la alegría.

Ésos 
con el coraje
de andar
al borde 
del abismo
alumbrados
por una aterradora lucidez.

Ser feliz 
no el don.

La tristeza 
es el último escondite del alma.

MARIANA FINOCHIETTO.
Fotografía de Gilbert Garcin.


Cantamos.
De pie cantamos
las que callamos de rodillas.
Cantamos
desde los fondos de las cocinas,
desde las vidas anheladas,
desde los espejos
de nuestra imperfección.

Cantamos
desde las oficinas,
marcadas en las calles,
señaladas
por el dedo
de dios.

Cantamos
junto a los hijos
que criaremos,
junto a los hombres
que amaremos,
desde el mandato
que es la ley
y no.

Cantamos
por las que no cantan todavía.
Por esas
a las que se les negó la voz.

MARIANA FINOCHIETTO.


martes, 16 de febrero de 2016

Pobre de aquel
que niega la certeza
del abismo,
del que no teme 
otra cosa
que al llegar la mañana
lo encuentre despierto.

Pobre de aquel
que no ha visto en los espejos
las máscaras 
de sus monstruos 
habitar
piel adentro.

Pobre de aquel
que no ha caminado 
en
sus infiernos.

MARIANA FINOCHIETTO.


Pido un amor
de esos
frágiles y puros
que tuvieron los otros,
los desafortunados.

Pido un amor
que se quiebre
en un roce,
que deba sostenerse
en el aire
con redes de viento.

Un amor
que me destroce
de amor
los sueños secos.

MARIANA FINOCHIETTO.