domingo, 3 de agosto de 2014




Sentada
en un banco de la plaza
abandono el libro,
atrapada
por la mujer que corre
-¿detrás de qué certezas?-
incansable
sobre la vereda.

Corre
abstraída
del tráfico y la gente,
del horizonte
de edificios que la cercan.
Corre
como si escapara
del paraíso circular
de quince árboles exactos
y una parodia de cielo
sostenida por cables.
Corre
como si aún la sostuvieran esperanzas.

Yo
sentada en un banco de la plaza
vuelvo
mi corazón al libro.

MARIANA FINOCHIETTO.



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