COMO BUENA MUJER
Como buena mujer
ordené
con minucioso fervor
las alacenas;
guardé la ropa
bien planchada
en los cajones;
tendí la ropa
a secar al sol.
Di vueltas
por la casa.
Sacudí el polvo
de mis libros,
alimenté a los perros,
encendí unas velas
de dudoso aroma
a limón.
Cerré las ventanas
cuando
cayó la tarde.
Miré,
con pudor,
la impecable
geometría de las sábanas.
Pensé en morir.
En mirar televisión.
En embriagarme
de vino, de poesía o de virtud.
Salí a la noche.
Y por una vez,
me dejé ser
una mala mujer.
MARIANA FINOCHIETTO.
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